El esquizofrénico director-redactor de "El Día" de Santa Cruz de Tenerife, José Rodríguez, en sus invectivas dominicales contra Las Palmas de Gran Canaria y contra Gran Canaria -a pesar de su ascendencia paterna, que todo se sabe... y quizá esa sea la causa de tanto odio visceral- se obstina en denunciar los supuestos continuos despojos que sufren Santa Cruz y Tenerife que, según él, les infieren Las Palmas de (GRAN) Canaria y (GRAN) Canaria como las llama, cercenándoles el GRAN que con toda justicia ostentan y que tanto le molesta y a los que de él traen causa. ¿A qué despojos se refiere?. La única despojada ha sido la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, la más importante del Archipiélago, mal que le pese a Don Pepito. Para refrescar su débil memoria aporto algunos datos históricos. La muy noble, muy leal y muy victoriosa Ciudad Real de Las Palmas fue, desde su fundación, capital de las islas de Canaria (que así se llamaban). En ella radicaron todos los organismos oficiales con jurisdicción regional: el Obispado de Canarias; la Real Audiencia de Canarias; la Capitanía o Comandancia General de Canarias; el Tribunal de la Inquisición, etc., etc. Esta primacía de Las Palmas de Gran Canaria incomodaba a las fuerzas vivas de la isla "hermana" de Tenerife y así, en 1773, el Cabildo de La Laguna intentó arrebatar la Real Audiencia. A ello se opuso el propio Fiscal de la Audiencia y el Obispo de Canarias, quedando desbaratada la maniobra. En el mismo siglo XVIII el lagunero Antonio Porlier, Secretario de Estado de Gracia y Justicia de Indias, de Carlos III, despojó a Las Palmas de la Universidad, concediéndola a La Laguna y, lo que es peor, obligando al Ayuntamiento de la Real Ciudad de Las Palmas y al Obispado de Canarias a aportar sustanciosas cantidades para su mantenimiento. En las Cortes de Cádiz, el Canónigo Pedro Gordillo Ramos, natural de Guía y Diputado por Gran Canaria, el 16 de Diciembre de 1812 demostró, con elocuente discurso y de modo irrefutable, los preferentes derechos de Las Palmas a la capitalidad de Canarias. La mayoría de los Diputados votó a su favor pero, tres días después arribó un navío procedente de Santa Cruz de Tenerife que, por desgracia para Las Palmas tuvo vientos favorables, que llevó un comunicado del Capitán o Comandante General Pedro Rodríguez de la Buría en el que anunciaba a las Cortes que en aquella Villa había creado la pre-Diputación de Canarias. Inexplicablemente, las Cortes desacataron su propio acuerdo y concedieron la capitalidad de Canarias interinamente a Santa Cruz de Tenerife. Otro Capitán General trató de impedir la construcción del hoy desaparecido muelle de Las Palmas, en las cercanías del parque de San Telmo. Se puede apreciar que los Capitanes Generales, desde que se establecieron, primero en La Laguna y luego en Santa Cruz, desobedeciendo el Comandante General Lorenzo Fernández de Villavicencio, Marqués de Valhermoso, la disposición de la Corona que le ordenaba residir en Las Palmas, se dedicaron a engrandecer descaradamente a Tenerife. Mediante intrigas del también lagunero Cristóbal Bencomo, Obispo nominal de Heraclea y confesor del nefastísimo Fernando VII, La Laguna nuevamente consiguió la Universidad que había desaparecido prácticamente, siempre en detrimento de Las Palmas de Gran Canaria. Asimismo, el 4 de Febrero de 1819, logró la división del único Obispado de Canarias, con la creación del de Tenerife Por Real Decreto de 1822 y merced a las maniobras del Diputado chicharrón José Murphy, Santa Cruz volvió a ser designada capital del Archipiélago, conculcando gravemente los derechos históricos de Las Palmas que la había ostentado durante más de trescientos años. Este ha sido el mayor expolio sufrido por esta Ciudad. Una advenediza Santa Cruz, que en diecinueve años pasó de barrio de La Laguna a capital de Canarias. Un lugar sin historia, pues el hecho de armas que se atribuye, el rechazo del ataque del entonces Contralmirante británico Horacio Nelson, no es otra cosa que una usurpación, pues en aquel momento Santa Cruz no era más que un arrabal de La Laguna, capital de Tenerife. Además, la acción de Nelson se debe calificar de "ataque menor" ya que lo llevó a cabo con una pequeña flota de navíos y unos mil hombres de guerra que consiguieron desembarcar haciéndose fuertes en el convento de San Francisco, donde resistieron durante un día. No hay comparación posible con las poderosas armadas de los almirantes Drake y Van der Doez que atacaron a la Real Ciudad de Las Palmas en 1595 y 1599, respectivamente, y que fueron rechazada la del primero y ruidosamente derrotada la del segundo. Ambos ataques han sido considerados los más importantes sufridos por una isla canaria en toda su Historia. Gran Canaria estuvo sojuzgada por Tenerife durante los casi cien años que duró la capitalidad única de Santa Cruz. Los políticos de Gran Canaria nunca se rindieron y lucharon primero por conseguir recuperar la capitalidad del Archipiélago para Las Palmas y luego, habilidosamente, lo hicieron por la división de la Provincia que se consiguió durante la dictadura del General Primero de Rivera, por Real Decreto de 21 de Septiembre de 1927, sancionado por el Rey Alfonso XIII. La división provincial no fue aceptada por los chicharrones que la intentaron anular. Y así, proclamada la II República, en el debate parlamentario para la redacción de la Constitución de 1931, el Diputado por Tenerife Antonio Lara intentó que se aceptara una enmienda por la que se retornaba a la Provincia única en Canarias con capitalidad, ¡faltaría más! en Santa Cruz. Lo propuso aprovechando la ausencia de varios parlamentarios que habían abandonado momentáneamente el hemiciclo pero, el Diputado por Gran Canaria Juan Negrín López, que posteriormente y durante la guerra civil sería Presidente del Gobierno de la Nación, se percató de la maniobra y pidió al Presidente de la Cámara, Julián Besteiro que suspendiera la votación hasta que regresasen los diputados ausentes y que la hiciera nominal, ganando los que rechazaron la enmienda con el voto negativo de los diputados chicharrones. Y así quedó definitivamente dividido el Archipiélago en dos provincias, con sus respectivas capitales: Las Palmas de Gran Canaria, la más antigua y más importante y Santa Cruz de Tenerife. Toda esta dramática historia de expolios sufridos por Gran Canaria desde el siglo XVIII ha sido prácticamente olvidada desde que, restaurada la democracia en España, quedó establecido el régimen autonómico que ha sido aprovechado por Tenerife para, una vez más, tratar de dominar a Gran Canaria. Por ello, considero que debemos luchar para conseguir la doble autonomía, para que no se frene el progreso de Gran Canaria que, desde que en 1927 se dividió la Provincia, se convirtió en el motor político, económico y cultural de Archipiélago. Es lamentable que la izquierda grancanaria, con falta de visión, salvo honrosas excepciones entre las que me incluyo, haya censurado la división provincial -tampoco era partidaria de la Universidad- quizá por ignorancia de la historia y olvidando que esta isla estaba siendo sojuzgada por la tiranía de Santa Cruz de Tenerife, que se está repitiendo con la autonomía, por lo que tenemos que luchar indesmayadamente por recuperar la independencia. Gracias a ese "error", se consumó el progreso de esta isla -que se intenta anular nuevamente- y que la convirtió en el motor indiscutible del Archipiélago. Arturo Cantero Sarmiento la calificó de "una necesidad para sobrevivir" y el historiador Agustín Millares Cantero la definió como "ACIERTO HISTORICO". El actual Gobierno autónomo de Canarias en el que prima ATI, facción tinerfeña de Coalición, ha reemprendido la política de despojos de Gran Canaria trasladando a Tenerife organismos del Gobierno e instituciones como SOCAEM (ahora llamada Canarias Cultura en Red), HECANSA, SATURNO, ISTAC, etc. todo ello a pesar de la Ley de Sedes, sin que los ineptos "políticos" grancanarios se hayan opuesto y con la complicidad de los traidores integrados en Coalición Canaria y los alcaldes del Sur-Oeste enemigos declarados de Las Palmas de Gran Canaria. Tampoco el Presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Manuel Soria López, ha protestado, coherente con su teoría de que "así tenemos menos funcionarios", según argumentó en entrevista que me concedió. !Como si los funcionarios no generaran beneficios económicos!. Es necesaria una nueva generación de políticos grancanarios que sustituya a los actuales complacientes y entreguistas, que luchen por defender y engrandecer a Gran Canaria con similar tesón que aquellos ejemplares patricios que lucharon sin desmayo por recuperar la capitalidad y finalmente por conseguir la división de la Provincia y lo lograron y defendieron, como el citado caso de Juan Negrín, hombre de izquierda donde los haya. También nos han arrebatado consulados... el Colegio Notarial que siempre se denominó de Las Palmas, ahora es de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria no provocó ni inició el mal llamado "pleito insular". Se limitó a defender y reclamar sus derechos históricos, entre ellos la capitalidad de Canarias que, como he dicho, ostentó durante más de tres siglos.
ACLARANDO
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