EL QUE TENGA OJOS QUE LEA Y EL QUE TENGA DEDOS, QUE ESCRIBA
Argumentos sólidos frente al engaño
La cartografía es contundente, contundentísima. Prueba de ello es que frente a la tesis y perseverancia de EL DÍA, que ha tenido la valentía de denunciar la gran superchería del "gran", no ha habido ninguna voz documentada capaz de rebatir con argumentos sólidos su validez. Tan sólo un grupo de canariones, componentes de una tertulia, cuya única explicación, repetida hasta la saciedad porque no tienen otra, es que existe un papel de la demente Juana –encerrada por sus familiares porque erraba–, que sin saber de lo que estaba tratando concedió el título de gran a una islita. A ellos hay que sumar la desacertada deriva de unos escritores, que ante la falta de pruebas acudieron a Le Canarien, crónica de la conquista de Canarias escrita por Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle en la que se habla de una isla grande, para justificar el citado epíteto. Sin embargo, el pueblo jamás se tomó en serio este título y siempre se ha referido a los habitantes de la tercera isla como canarios/as, no con el gentilicio grancanarios/as.
Y si a alguien le quedaba alguna duda, le recomendamos que eche un vistazo a la definición del término "Canaria" del Diccionario Canario de Geo-Historia, del investigador José Luis Concepción, y que recogimos en el Editorial publicado el pasado domingo. Hoy nos gustaría llamar la atención sobre otro recuadro, incluido en esta misma página, que hace referencia al Comentario de EL DÍA de la edición de hace cinco días y en el que expusimos nuestra opinión sobre la última maniobra de los políticos canariones para darle carta de naturaleza al "gran".
La tercera isla nunca hubiera sido nada por su extensión y carencias, y mucho menos en el plano turístico. Está donde está gracias al "gran" y a que durante años ha sido la única que aparecía en el mapa que ilustraba la información meteorológica de Euronews, consorcio europeo de televisiones nacionales. En lugar de la melopea del Estatuto, el Gobierno y el Parlamento de Canarias deberían centrar sus esfuerzos en eliminar este término. Sólo así se podrá conseguir la unidad y armonía del Archipiélago. Medítelo, don Paulino. No se deje engañar. El Gobierno no está ahora en una isla "gran", sino en una isla tercera en superficie, población y rango.
*** *** ***
También es cada vez más evidente que las Islas deben gozar de otro estatus. Recientemente, nuestro colaborador Andrés Chaves mencionaba en una de sus columnas que "los españoles y los canarios –como nos distinguió Bolivar– esperamos algo de los Magos de Oriente...". Efectivamente, hasta el propio Bolivar establecía esa diferencia entre España y Canarias, porque un archipiélago alejadísimo no puede formar parte de un Estado continental, tal y como sucede con las Islas.
Dicho esto, conviene puntualizar que desde EL DÍA, a pesar de lo que han escrito algunos aprendices de periodista –alguno roza el analfabetismo–, sólo perseguimos lo mejor para Canarias, pero siempre unidos a España. En este sentido, conviene dejar claro que no queremos la dependencia, y, por supuesto, menos la política y administrativa, por un sentimiento de dignidad, identidad y libertad. Desde determinados ámbitos han malinterpretado intencionadamente nuestras palabras y, al igual que hay perros que ladran por rabia y hambre, atormentados por el éxito otorgado por los lectores a este periódico desde hace años, no paran de lanzar improperios contra nuestra línea editorial; contra nuestra honradez profesional.
Entre los más atrevidos se encuentra un impertinente con pretensiones de escritor, pero que no puede aguantarse los gallos y que, para colocar sus sandeces, no para de meterse con EL DÍA y su director, José Rodríguez, cumpliendo así las órdenes del periódico, dirigido desde Las Palmas, donde escribe. Este sujeto no entiende que hablar de soberanía no es lo mismo que hablar de independencia. Su corta inteligencia no llega a percibir los matices.
Por eso, le aconsejamos que busque su significado en el DRAE. Según sus distintas acepciones, es la "autoridad suprema del poder público"; "Alteza o excelencia no superada en cualquier orden inmaterial"; y si se le añade el término "nacional": "la que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos". En ningún momento aparece la palabra "independencia".
Nosotros no queremos vivir separados de España, aunque podríamos hacerlo, pues somos autosuficientes, y mucho más si nos quedamos con la totalidad de nuestros impuestos. Deseamos seguir unidos como aliados, como asociados, como una comunión de intereses, de afectos culturales, de lengua y tantos otros, y, por supuesto, de efectos económicos. Nunca política y administrativamente. Nunca sometidos a los caprichos de un peninsular que desconoce nuestra idiosincrasia; un pepiño o un pérez cualquiera. Queremos ser nosotros mismos; un país que tenga su representación en la ONU, la UE, la OTAN y la OCDE, porque a pesar de estar frente a la costa africana somos europeos a rabiar, por todas partes.
*** *** ***
Tampoco podemos pasar por alto la deriva que está tomando el nacionalismo canario, pues en lugar de buscar la unidad ha optado por dividirse. ¡Qué absurdos! Aunque bien es cierto que entre uno y otro existen grandes diferencias. ¿Qué nacionalismo es el que defiende CCN-NC-NGC? Los intereses canariones, ya que Nueva Canaria-Nueva Gran Canaria es un nacionalismo recalcitrante en el que prima el engaño. El peligro está en que se confunde con el CCN, un partido fundado por un canarión y que ahora dirige un tinerfeño, bastante inestable, políticamente hablando, que no sabemos qué persigue y si lo que le ha llevado a unirse con NC-NGC es el resentimiento. En fin.
No olvidemos que NC-NGC lo preside Román Rodríguez, político cuyo currículo está repleto de agravios a Tenerife. Primero como director del Servicio Canario de Salud –etapa en la que puso todo el dinero en Las Palmas–, más tarde como presidente del Gobierno canario y, últimamente, desde su escaño en el Congreso de los Diputados. ¿Merece un candidato de esta calaña ser votado? No, al menos en Tenerife, pues su insularismo sólo tiene ojos para Canaria.
La cartografía es contundente, contundentísima. Prueba de ello es que frente a la tesis y perseverancia de EL DÍA, que ha tenido la valentía de denunciar la gran superchería del "gran", no ha habido ninguna voz documentada capaz de rebatir con argumentos sólidos su validez. Tan sólo un grupo de canariones, componentes de una tertulia, cuya única explicación, repetida hasta la saciedad porque no tienen otra, es que existe un papel de la demente Juana –encerrada por sus familiares porque erraba–, que sin saber de lo que estaba tratando concedió el título de gran a una islita. A ellos hay que sumar la desacertada deriva de unos escritores, que ante la falta de pruebas acudieron a Le Canarien, crónica de la conquista de Canarias escrita por Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle en la que se habla de una isla grande, para justificar el citado epíteto. Sin embargo, el pueblo jamás se tomó en serio este título y siempre se ha referido a los habitantes de la tercera isla como canarios/as, no con el gentilicio grancanarios/as.
Y si a alguien le quedaba alguna duda, le recomendamos que eche un vistazo a la definición del término "Canaria" del Diccionario Canario de Geo-Historia, del investigador José Luis Concepción, y que recogimos en el Editorial publicado el pasado domingo. Hoy nos gustaría llamar la atención sobre otro recuadro, incluido en esta misma página, que hace referencia al Comentario de EL DÍA de la edición de hace cinco días y en el que expusimos nuestra opinión sobre la última maniobra de los políticos canariones para darle carta de naturaleza al "gran".
La tercera isla nunca hubiera sido nada por su extensión y carencias, y mucho menos en el plano turístico. Está donde está gracias al "gran" y a que durante años ha sido la única que aparecía en el mapa que ilustraba la información meteorológica de Euronews, consorcio europeo de televisiones nacionales. En lugar de la melopea del Estatuto, el Gobierno y el Parlamento de Canarias deberían centrar sus esfuerzos en eliminar este término. Sólo así se podrá conseguir la unidad y armonía del Archipiélago. Medítelo, don Paulino. No se deje engañar. El Gobierno no está ahora en una isla "gran", sino en una isla tercera en superficie, población y rango.
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También es cada vez más evidente que las Islas deben gozar de otro estatus. Recientemente, nuestro colaborador Andrés Chaves mencionaba en una de sus columnas que "los españoles y los canarios –como nos distinguió Bolivar– esperamos algo de los Magos de Oriente...". Efectivamente, hasta el propio Bolivar establecía esa diferencia entre España y Canarias, porque un archipiélago alejadísimo no puede formar parte de un Estado continental, tal y como sucede con las Islas.
Dicho esto, conviene puntualizar que desde EL DÍA, a pesar de lo que han escrito algunos aprendices de periodista –alguno roza el analfabetismo–, sólo perseguimos lo mejor para Canarias, pero siempre unidos a España. En este sentido, conviene dejar claro que no queremos la dependencia, y, por supuesto, menos la política y administrativa, por un sentimiento de dignidad, identidad y libertad. Desde determinados ámbitos han malinterpretado intencionadamente nuestras palabras y, al igual que hay perros que ladran por rabia y hambre, atormentados por el éxito otorgado por los lectores a este periódico desde hace años, no paran de lanzar improperios contra nuestra línea editorial; contra nuestra honradez profesional.
Entre los más atrevidos se encuentra un impertinente con pretensiones de escritor, pero que no puede aguantarse los gallos y que, para colocar sus sandeces, no para de meterse con EL DÍA y su director, José Rodríguez, cumpliendo así las órdenes del periódico, dirigido desde Las Palmas, donde escribe. Este sujeto no entiende que hablar de soberanía no es lo mismo que hablar de independencia. Su corta inteligencia no llega a percibir los matices.
Por eso, le aconsejamos que busque su significado en el DRAE. Según sus distintas acepciones, es la "autoridad suprema del poder público"; "Alteza o excelencia no superada en cualquier orden inmaterial"; y si se le añade el término "nacional": "la que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos". En ningún momento aparece la palabra "independencia".
Nosotros no queremos vivir separados de España, aunque podríamos hacerlo, pues somos autosuficientes, y mucho más si nos quedamos con la totalidad de nuestros impuestos. Deseamos seguir unidos como aliados, como asociados, como una comunión de intereses, de afectos culturales, de lengua y tantos otros, y, por supuesto, de efectos económicos. Nunca política y administrativamente. Nunca sometidos a los caprichos de un peninsular que desconoce nuestra idiosincrasia; un pepiño o un pérez cualquiera. Queremos ser nosotros mismos; un país que tenga su representación en la ONU, la UE, la OTAN y la OCDE, porque a pesar de estar frente a la costa africana somos europeos a rabiar, por todas partes.
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Tampoco podemos pasar por alto la deriva que está tomando el nacionalismo canario, pues en lugar de buscar la unidad ha optado por dividirse. ¡Qué absurdos! Aunque bien es cierto que entre uno y otro existen grandes diferencias. ¿Qué nacionalismo es el que defiende CCN-NC-NGC? Los intereses canariones, ya que Nueva Canaria-Nueva Gran Canaria es un nacionalismo recalcitrante en el que prima el engaño. El peligro está en que se confunde con el CCN, un partido fundado por un canarión y que ahora dirige un tinerfeño, bastante inestable, políticamente hablando, que no sabemos qué persigue y si lo que le ha llevado a unirse con NC-NGC es el resentimiento. En fin.
No olvidemos que NC-NGC lo preside Román Rodríguez, político cuyo currículo está repleto de agravios a Tenerife. Primero como director del Servicio Canario de Salud –etapa en la que puso todo el dinero en Las Palmas–, más tarde como presidente del Gobierno canario y, últimamente, desde su escaño en el Congreso de los Diputados. ¿Merece un candidato de esta calaña ser votado? No, al menos en Tenerife, pues su insularismo sólo tiene ojos para Canaria.
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