Sidi Ifni o Ifní, antiguamente conocido como Santa Cruz de
la Mar Pequeña, es una ciudad del
suroeste del actual Marruecos, en su costa atlántica y situada a 180 kilómetros
al sur de Agadir. Fue capital del antiguo territorio español de la provincia de
Ifni.
Al fundarse la ciudad en 1934, que inicialmente era un
reducido campamento, se barajaron varias
opciones como por ejemplo, Santa Cruz de Mar Pequeña con el propósito de
reanudar el histórico antecedente castellano; o Amezdog, por el nombre del pequeño aduar allí
existente; o El Mesti, por la cabila aitbaamarani a la que correspondía el terreno
o por alguna otra de las denominaciones
de aquellos sitios como Ait Ijelf o Id Brahim Iusf. Finalmente se optó por una
denominación de fuerte connotación local, respetuosa con la tradición popular,
Sidi Ifni, cuya traducción aproximada puede ser la de "Señor de la
Laguna".
En 1476, la zona de Ifni fue ocupada por la Corona de
Castilla. En esa fecha se fundó un establecimiento denominado Santa Cruz de la
Mar Pequeña, que permaneció en manos españolas hasta 1524, cuando fue
abandonado ante los ataques de los bereberes de la zona. No hay pruebas que
demuestren que la actual ciudad de Sidi Ifni se asiente sobre el viejo
establecimiento.
El sultán de Marruecos reconoció a España aquel viejo
establecimiento mediante el Tratado de Wad-Ras, firmado el 26 de abril de 1860,
aunque siempre se demoraba el acuerdo sobre su ubicación exacta. Los españoles
no tomaron posesión formal del territorio hasta el 6 de abril de 1934, presionados
por Francia y con la aquiescencia de los lugareños que, ante las circunstancias,
prefirieron la presencia española a la francesa y la expectativa de no tener
que pagar tributos al sultán.
El origen de Sidi Ifni hay que datarlo en 1934, tras la toma
de posesión de la zona por el coronel Capaz, en nombre del Gobierno de la
Segunda República Española. En el lugar sólo existía una pequeña construcción,
un aduar denominado Amezdog, perteneciente a la cabila El Mesti de la tribu
bereber Ait-Baamarani, y de la que no queda actualmente ningún resto.
La ocupación de Ifni se produjo tras realizarse en Cabo
Juby, el 27 de marzo de 1934, contactos satisfactorios entre el Coronel Capaz y
representantes de la población del territorio. Así que el 4 de abril dicho
coronel, tras recibir la autorización del Gobierno español, embarcó en el
cañonero Canalejas rumbo hacia Ifni. En esa fecha, un trimotor arrojó una carta
de Capaz en el zoco del Arbaa de Mesti,
que anunciaba los acuerdos adoptados y el próximo desembarco español. El acontecimiento fue
relatado así por Francisco Hernández-Pacheco, que formó parte de la expedición
científica que recorrió poco después el territorio de Ifni:
"Desembarcó Capaz en la playa de Sidi Ifni el día 6 de
abril, acompañado solamente por el Teniente Lorenzi y el cabo señalero del Canalejas, Fernando Gómez Flórez. Al
encuentro del bote de los españoles, salió de la playa un carabo con indígenas,
al que transbordaron Capaz y los suyos, desembarcando todos a poco felizmente en la playa. Se dirigió Capaz a un
grupo de indígenas que le esperaban, del que se destacaron algunos notables,
que ofrecieron al Coronel en señal de bienvenida un cuenco de leche agria.
Después, a caballo, se ascendió a lo
alto de la zona litoral y en el inmediato caserío de Amedog se comió.
Durante la comida llegaron unos grupos de indígenas y notables, a los que Capaz
expuso sencilla y claramente los propósitos e intenciones de España. Los
indígenas marcharon después de la comida, celebrando algunas reuniones, en las
que se discutió ampliamente. A la mañana siguiente comunicaron al Coronel Capaz
la conformidad de Ifni de unirse a España. Junto a Amezdog se formalizó la presencia española
en una ceremonia a la que asistieron los notables baamaranis y el coronel
Capaz".
En sólo tres años se pasó de un campamento ocasional de
tiendas de campaña, y algún barracón, a la construcción de seiscientas
viviendas o edificios. En efecto, la población experimentó un crecimiento
espectacular en muy pocos años. Hacia 1940 la estructura urbana estaba ya muy
avanzada en sus calles, plazas y edificios principales. Sin embargo, durante
algunos años la comunicación con la metrópoli resultó complicada y difícil. La
ciudad no dejó de crecer en todos los años posteriores. Incluso sólo tres años escasos
antes de la retrocesión en 1969 a Marruecos, se concluyó la expansión urbana
más considerable, al otro lado del río Ifni, en la barriada que se conoce
popularmente como "Barrio Agulla" o también "Colominas".
Pero este análisis se refiere a la guerra de Sidi Ifni
desarrollada entre noviembre de 1957 y febrero de 1958 y que amplía una
intervención radiofónica cuyo enlace se acompaña.
Sidi Ifni era un enclave territorial que formaba parte del
protectorado español en Marruecos y que
España ocupó efectivamente entre 1934 y 1969. Poco después de la independencia
marroquí de Francia y España en 1956, las tropas norteafricanas aumentaron la
presión sobre el enclave territorial de Ifni, iniciándose un conflicto bélico
breve pero que tuvo que concluirse mediante una intervención militar conjunta
de España y Francia. Ambos países
movilizaron unos 14.000 soldados y 140 aviones, y consiguieron derrotar a las
tropas norteafricanas. El conflicto concluyó con la cesión de la zona de
Tarfaya o Cabo Juby, al recién nacido reino de Marruecos, mientras que el resto
del territorio permaneció en manos españolas hasta 1969.
Tras la independencia de Marruecos, fuerzas irregulares
marroquíes atacaron el territorio entre noviembre de 1957 y julio de 1958. Los
ataques comenzaron el 23 de noviembre de 1957, dando inicio a la Guerra de
Ifni. La ciudad estaba abastecida por mar y aire y protegida por puestos
avanzados.
Inicialmente, buena parte de los efectivos militares eran
indígenas, especialmente encuadrados en
el Grupo de Tiradores de Ifni y en la Policía Territorial. Fueron desarmados,
desmovilizados, y prontamente sustituidos.
Salvo un plan frustrado de las fuerzas irregulares marroquíes
para acabar con la oficialidad española, los leves incidentes iniciales y algún
atentado, Sidi Ifni no se vio afectada
directamente por los acontecimientos militares. Estos se desarrollaron en el
interior del territorio. Por parte española se opta finalmente por establecer
un perímetro defensivo más denso y difícil para la infiltración y, además, más
fácil de sostener y de abastecer, cerca de la ciudad de Sidi Ifni, con un radio
de perímetro aproximado de entre 8 y 10 km del centro de la ciudad, abandonando
la mayor parte de un territorio árido que habría sido mucho más costoso defender
sin ventaja apreciable. Esas posiciones defensivas, bastante numerosas, y las
pistas de tierra que las comunican, son aún perfectamente visibles. Al término,
del conflicto se había abandonado la mayor parte del territorio de Ifni,
quedando la ciudad de Sidi Ifni como enclave español en la zona. En 1958, Ifni
fue declarada provincia española de ultramar, con Sidi Ifni como capital.
Un aspecto fundamental de la gestión política española en la
zona fue el reconocimiento y respeto a los usos y costumbres de la población
baamarani, así como a sus creencias religiosas. Por ejemplo, España aportaba
los medios para la construcción de mezquitas y para la educación coránica de
los escolares musulmanes. Constituía un principio perfectamente conocido y respetado
la prohibición de cualquier clase de proselitismo religioso cristiano.
El 30 de junio de 1969, el gobierno español finalmente cede
lo que conservaba de Ifni a Marruecos, en virtud del Tratado de Retrocesión
firmado en Fez el 4 de enero de 1969.
Repasados estos puntos volvemos a la fecha de un veintitrés
de noviembre de hace cincuenta y cinco años cuando un grupo de guerrilleros
marroquíes controlados secretamente por el príncipe heredero Muley Hassán
aprovechó la oscuridad de la noche para
atacar Sidi-Ifni. La bautizada como Ciudad de las Flores se acostó tranquila y
confiada y se despertó sobresaltada por los disparos, que anunciaban el inicio
de una inesperada guerra. Una contienda que, para algunos nunca existió, pero
que ha quedado grabada en el recuerdo de los que la vivieron, que no han conseguido
olvidar, pese al tiempo transcurrido, a sus compañeros muertos en combate. 50
años después, apenas nadie habla de una contienda que causó 119 muertos, 73
heridos y 80 desaparecidos.
En la provincia española de Sidi Ifni las líneas de
comunicaciones militares quedan cortadas. Desde algunos fuertes y puestos
avanzados llegan agónicas peticiones de auxilio, los marroquíes por miles,
envalentonados y bien armados invaden la provincia española, dispuestos a pasar
a cuchillo a los españoles. TIUGSA, TEMÍN, TABELCUT, TILUÍN, TEZLATA E ISBUÍA
emiten informes de que están siendo atacados por fuerzas marroquíes. En Ifni,
la ciudad de las flores, la población se levanta de la cama con un nudo en el pecho.
Los puestos fronterizos y los destacamentos más pequeños se
pierden en la oleada enemiga. Algunos, defendidos por saharauis leales
resistirán hasta la muerte. En la capital se rechaza a duras penas el ataque
marroquí con apenas municiones para los viejos Máuser de cinco tiros, sin
granadas para morteros descalibrados y viejos, ni combustible. Soldados
españoles sin botas, alpargatas de esparto y cuerda, acostumbrados de siempre a
luchar solos y sin esperanzas, detienen a los marroquíes, que pese a su superioridad,
no asaltan, se limitan a bombardear con morteros. Morteros nuevecitos vendidos
por los españoles… ¡Que tiene cojones la cosa!
Lo mismo pasaba en los fuertes asediados… Hazaña olvidada de
nuestra memoria. Soldados que pese al abandono, la miseria, la distancia, la
pasada guerra civil, sin comida, agua, munición, ni certeza de victoria,
aguantaron entre bombazos y disparos a un enemigo muy superior. No permitieron
que les echasen, no al menos gratis, no al menos sin plantar cara y dejarles
claro que dentro de aquellos fuertes estaban unos de los más duros soldados del
mundo. El ejército de las alpargatas, pero de los huevos de hierro.
Sesenta Tiradores de Ifni, con españoles peninsulares y
saharauis, defienden el puesto de TILUÍN ante el ataque marroquí desde el mismo
día veintitrés de noviembre. Igual que en las películas de la Legión Extranjera
francesa, que a esos, les hacen películas y documentales lo contrario que aquí
donde no se ensalzan las batallas, valor, sacrificio y bravura de nuestros
soldados.
Imaginemos el desierto, la arena y el calor sofocante, la
línea del horizonte llena de enemigos que atacan y atacan sin descanso en
oleadas inacabables. El fuego incesante de mortero sobre la posición, las
ametralladoras barriendo las murallas… Imaginen a los españoles en las aspilleras,
venga a meter peines al máuser, que es viejo pero fiable y preciso, ¡menos mal que
algo funciona!, porque los morteros se atascan cada dos tiros, y las granadas
no sabe uno si van a estallar al salir de la boca del mortero… Y apenas hay
agua y comida para los sesenta soldados y los civiles que hay refugiados allí.
El veinticinco de noviembre, al amanecer, viejos motores
romper el aire del desierto. Una escuadrilla de vetustos Heinkel 111, que
rasantes ametrallan el suelo. Los yanquis han vetado el uso de armamento fabricado
por ellos… Detrás los JU 87, igual que en Creta, lanzan una nube de pequeñas
siluetas que se recortan en la oscuridad y descienden cerca del fuerte.
Son los paracaidistas del capitán Sánchez Duque, descienden
bajo un intensísimo fuego enemigo, que dispara sobre ellos mientras están en el
aire e intentan acribillarlos al tomar tierra. El primer salto de combate… Los fogonazos
saliendo de todas partes para recibir a los novatos paracas, que sin embargo
saben reaccionar, responden al fuego y entran en el fuerte con algunos heridos,
traen órdenes de reforzar la guarnición y defender el fuerte.
Por aire se suministra munición y agua, las cajas se
desparraman y destrozan al caer, por fortuna el viejo máuser dispara lo que
sea, el agua y los víveres apenas dan para la ración diaria y además desde
Madrid insisten en recuperar los paracaídas utilizados.
Se hacen salidas para recuperarlos y en el fuerte ciento
treinta españoles luchan y mueren defendiendo su bandera. Aguantarán hasta el
tres de diciembre en el que una Bandera de La Legión rompe el cerco enemigo y
los saca de allí. El camino hasta Sidi-Ifni no será ningún camino de rosas, sin
vehículos y repeliendo emboscadas cada pocos kilómetros. Se unirán a otra columna
de liberados desde otro destacamento igualmente duramente atacado por los
marroquíes.
El fuerte de TZELATA rodeado por fuerzas muy superiores,
había sido atacado, al igual que los otros a primera hora del veintitrés de
noviembre. El fuerte de TZELATA rodeado por fuerzas muy superiores, había sido atacado,
al igual que los otros a primera hora del veintitrés de noviembre, con morteros
y barrido con ametralladoras cada noche. Habían pedido socorro y abastecimiento
a la capital, pues estaba, como todos con lo justo pero no para un asedio largo
y duro como aquel.
Una sección paracaidista es enviada en ayuda del fuerte, con
camiones, ambulancias, medicinas y municiones. El camino hasta Tzelata fue una continua
escaramuza contra el enemigo emboscado que inunda peñas y chumberas. El convoy
no puede llegar hasta el fuerte, se queda a un par de kilómetros, sobre una
loma se organiza la defensa, con cuatro piedras, zapapicos y el valor y la
determinación de aquellos valientes que con las bocas secas gritaban viva
España mientras rechazaban, a la bayoneta todos los ataques enemigos.
Los del fuerte los ven en la distancia y de lejos se apoyan
unos a otros porque el enemigo no tiene intención de abandonar. Unos y otros
aguantarán firmes, viendo caer a los compañeros hasta el dos de diciembre se
rompe el cerco de los moros y se rescata a nuestros compatriotas. Se unirán a
los que llegan desde Tiluín sedientos y rotos como ellos, pero con el orgullo
pintado en los rostros demacrados de labios cortados. Los muertos inertes y
fríos van en un camión, y sus almas estaban ya en el paraíso, junto a los miles
de compatriotas muertos en la Historia de España.
Allí estaban el teniente Ortiz de Zárate y Fandos el soldado
de transmisiones , ejemplos de valor y esfuerzo, de sacrificio por los
compañeros, de integridad humana llevada hasta el final.
Los españoles retirados a la capital Ifni, donde el enemigo
pretende cercarlos y echarlos a patadas… Pero si no han podido echarlos de
pequeños y mal defendidos puestos, mal podrían expulsarlos de la capital, y más
ahora que parece que todo el país se ha puesto en pie de guerra…
El asedio de Sidi Ifni duraría hasta el verano siguiente.
Los marroquíes no se atrevieron a lanzar ningún serio ataque. Aquellos soldados
en alpargatas, renegridos del sol, acostumbrados a las calamidades, enamorados
del desierto y dispuestos a luchar hasta el final les causaban demasiado
respeto.
Así empezó hace cincuenta y cinco años la Guerra Olvidada de
Sidi Ifni. Allí la Brigada Paracaidista, unidad recién nacida, se cubrió de
gloria y aprendió a morir sobre el terreno, sin apenas instrucción, con
material que había que reutilizar mil veces, con aviones del tiempo de
Matusalen… Sin jurar bandera saltaron algunos de los aviones incluso, y la instrucción
de tiro aprendida por el camino…
La Legión, Regulares, Tiradores de Ifni, sanitarios,
conductores, cantineros… Todos se ganaron la honra y la gloria, porque una vez
más, abandonados, lejos y solos los soldados españoles le demostraron al
enemigo que no se nos puede atacar sin esperar respuesta, que siempre
responderemos y venceremos dificultades y pasaremos hambre y sed, pero que
jamás, jamás nos rendiremos…
Hoy en nuestra españa solidaria, desmemoriada, irrespetuosa
con su pasado y con el futuro hipotecado, nadie se acuerda de aquella guerra,
muchos solamente la nombran para criticar al régimen anterior y soltar
espumarajos por la boca. Pocos abuelos nos quedan que puedan contarnos lo que
sintieron cuando aquella noche de noviembre, saltaron desde un viejo avión con
un solo objetivo en la cabeza y en el corazón. Rescatar a sus hermanos
sitiados.
A españoles como ellos que estaban en peligro… Y lo
hicieron, y lo lograron… Con bemoles.
Hoy día, quizá habría que poner de acuerdo a los 17
estaditos autonómicos, montaríamos debates sobre si es moralmente reprobable,
que si pobres moritos esclavizados por occidente, que si fascistas que solo
piensan en matar, que si mejor enviamos una ONG, que si van soldados vayan sin armas,
que hay que ver que por un cacho de desierto no nos vamos a matar…
Hoy día por mucho avión moderno que tuviésemos, quizá nos
costaría llenarlo de gente como aquella… E iríamos viendo las pistas llenas de
pancartas de “no a la guerra” y “alianza de civilizaciones”, coreados por
nuestros titiriteros del pesebre de la SGAE.
Hoy día si estuviéramos en Tzelata o Tiluín no tengo claro
qué pasaría. Bueno podemos imaginarlo con Ceuta, Melilla, Perejil o los Peñones
que cualquier contador de nubes regalaría mientras otros nos hacen la gallinita
en la retirada.
Hace poco en un abandonado parque público me senté junto a
un abuelo, resultó que fue “paraca” y que saltó sobre Tiluín, le pedí me
contase, y lo hizo hasta que a los dos se nos humedecieron los ojos, a la
vergüenza sustituyó el orgullo, y a la pena la alegría, y a la desesperanza el
consuelo. Aquel soldado me hizo sentir por dentro, que nacer español fue mi
mayor fortuna y mi mayor privilegio.
Aunque este conflicto es un ejemplo de guerra olvidada,
forma parte de nuestra historia más inmediata y de la memoria de generaciones
que aún viven. De la misma manera, y como cualquier enfrentamiento bélico,
causó víctimas: unos 300 españoles murieron y otros 500 fueron heridos,
mientras se calcula que entre las tropas marroquíes ocasionó unas 8.000
víctimas.
Hoy recordamos a los españoles olvidados que hace tan solo
cincuenta y cinco años se dejaron la vida en una tierra hostil, seca, dura,
hermosa y mágica, que era española y que no iban a dejarse arrebatar sin
defenderla. España no puede olvidar a los que murieron y defendieron La Ciudad
de las Flores en el Territorio del Sahara Occidental Español.
HONOR Y GLORIA A LOS QUE DIERON SU VIDA POR ESPAÑA
José Antonio Crespo-Francés
6 comentarios:
Muy BUENA ENTRADA CONMEMORATIVA, AMIGO DORAMAS.
Yo Tampoco Olvido A LOs HÉROES DE IFNI, QUE TUVIERON QUE ENFRENTARSE CON EL VIEJO -Y MAGNÍFICO MAUSER Y MATERIAL MÁS QUE OBSOLETO, Comparado Con El De Los PUTOS MOROS,-Mandados POr "Un PARIENTE MUY CERCANO DEL SULTÁN"-, Abastecidos POr Francia Y EE.UU.,-Su Verdadero AMO-.
POr Cierto Que LOs Putos YANKYS, "PROHIBIERON" A ESPAÑA, EL "EMPLEO DE SU MATERIAL BÉLICO" Por Ser MARRUECOS, "ALIADO PREFERENCIAL USA" EN LA ZONA...
Esto Lo Sabe POca Gente Y HAY QUE RECORDARLO, PARA QUE SE VEA "QUE CLASE DE ALIADOS HEMOS TENIDO SIEMPRE"...
Conocí Personalmente A Muchos HÉROES,-Algunos HERIDOS Y MUTILADOS-, Y También Lamenté Pérdidas De CONOCIDOS.
LEVANTO PUES MI COPA A LA SALUD DE LOS QUE LUCHARON COMO ESPAÑOLES,-DE LOS DE VERDAD-,VALIENTES HASTA LA MUERTE Y TAN MAL ARMADOS Y EQUIPADOS COMO SIEMPRE...
¡POR EL VALOR ESPAÑOL!
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Gran entrada y bien detallada, gracias por recordar y sacar a la luz a los que dieron la vida por España, los políticos solo se dedican a criticarse unos a otros y dejan la casa sin barrer, estamos perdiendo la esencia y los valores y eso no se tiene que perder nunca.
Siempre hay que recordar y homenajear a los nuestros..........
Te felicito por el artículo, es excelente y me ayuda a conocer dónde estuvieron mis familiares.
La mayoría de los hombres de mi familia fueron a Sidi Ifni. Nada sé de ello, era muy niña yo para que mi abuelo me contara nada de su juventud y cuando fueron mis tíos, tampoco contaban mucho, a pesar de que no había guerra; anécdotas amables del campamento, fotos de 'Juanita', la lagartija mascota a la que tenían encadenada, ¡pobre bicho!
Honor y gloria a los valientes. Siempre estarán en nuestra memoria y nuestros corazones.
El tema de marruecos siempre estará en candelero, pues no podemos utilizar armamento que tenga algo de EEUU, pero no te preocupes, que ellos no se cortarían un pelo en utilizarlo.
Ifni siempre estará en mi corazón, mi padre estuvo alli.
En ésta España que nos ha tocado vivir, solo se recuerdan las cosas inútiles, pero la sangre derramada por unos valientes españoles, no les preocupa a los politicos, debido a que los moros se pueden enfadar.
Ifni nos recuerda que los soldados españoles siempre han tenido por norma su juramento a la bandera, caiga quien caiga, ellos siempre estarán donde les necesitemos.
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