jueves, 16 de mayo de 2013

SIDI IFNI (CIUDAD DE LAS FLORES)

RECORDANDO A LOS QUE DIERON SU VIDA POR ESPAÑA Y SON OLVIDADOS POR LOS RESPONSABLES POLITICOS. ÉSTE BLOG NUNCA LES OLVIDA
Sidi Ifni o Ifní, antiguamente conocido como Santa Cruz de la Mar Pequeña,  es una ciudad del suroeste del actual Marruecos, en su costa atlántica y situada a 180 kilómetros al sur de Agadir. Fue capital del antiguo territorio español de la provincia de Ifni.

Al fundarse la ciudad en 1934, que inicialmente era un reducido campamento,  se barajaron varias opciones como por ejemplo, Santa Cruz de Mar Pequeña con el propósito de reanudar el histórico antecedente castellano; o Amezdog,  por el nombre del pequeño aduar allí existente; o El Mesti, por la cabila aitbaamarani a la que correspondía el terreno  o por alguna otra de las denominaciones de aquellos sitios como Ait Ijelf o Id Brahim Iusf. Finalmente se optó por una denominación de fuerte connotación local, respetuosa con la tradición popular, Sidi Ifni, cuya traducción aproximada puede ser la de "Señor de la Laguna".

En 1476, la zona de Ifni fue ocupada por la Corona de Castilla. En esa fecha se fundó un establecimiento denominado Santa Cruz de la Mar Pequeña, que permaneció en manos españolas hasta 1524, cuando fue abandonado ante los ataques de los bereberes de la zona. No hay pruebas que demuestren que la actual ciudad de Sidi Ifni se asiente sobre el viejo establecimiento.

El sultán de Marruecos reconoció a España aquel viejo establecimiento mediante el Tratado de Wad-Ras, firmado el 26 de abril de 1860, aunque siempre se demoraba el acuerdo sobre su ubicación exacta. Los españoles no tomaron posesión formal del territorio hasta el 6 de abril de 1934, presionados por Francia y con la aquiescencia de los lugareños que, ante las circunstancias, prefirieron la presencia española a la francesa y la expectativa de no tener que pagar tributos al sultán.

El origen de Sidi Ifni hay que datarlo en 1934, tras la toma de posesión de la zona por el coronel Capaz, en nombre del Gobierno de la Segunda República Española. En el lugar sólo existía una pequeña construcción, un aduar denominado Amezdog, perteneciente a la cabila El Mesti de la tribu bereber Ait-Baamarani, y de la que no queda actualmente ningún resto.

La ocupación de Ifni se produjo tras realizarse en Cabo Juby, el 27 de marzo de 1934, contactos satisfactorios entre el Coronel Capaz y representantes de la población del territorio. Así que el 4 de abril dicho coronel, tras recibir la autorización del Gobierno español, embarcó en el cañonero Canalejas rumbo hacia Ifni. En esa fecha, un trimotor arrojó una carta de Capaz en el zoco del  Arbaa de Mesti, que anunciaba los acuerdos adoptados y el próximo  desembarco español. El acontecimiento fue relatado así por Francisco Hernández-Pacheco, que formó parte de la expedición científica que recorrió poco después el territorio de Ifni:

"Desembarcó Capaz en la playa de Sidi Ifni el día 6 de abril, acompañado solamente por el Teniente Lorenzi y el cabo señalero del  Canalejas, Fernando Gómez Flórez. Al encuentro del bote de los españoles, salió de la playa un carabo con indígenas, al que transbordaron Capaz y los suyos, desembarcando todos a poco  felizmente en la playa. Se dirigió Capaz a un grupo de indígenas que le esperaban, del que se destacaron algunos notables, que ofrecieron al Coronel en señal de bienvenida un cuenco de leche agria. Después, a  caballo, se ascendió a lo alto de la zona litoral y en el inmediato caserío de Amedog se comió. Durante la comida llegaron unos grupos de indígenas y notables, a los que Capaz expuso sencilla y claramente los propósitos e intenciones de España. Los indígenas marcharon después de la comida, celebrando algunas reuniones, en las que se discutió ampliamente. A la mañana siguiente comunicaron al Coronel Capaz la conformidad de Ifni de unirse a España.  Junto a Amezdog se formalizó la presencia española en una ceremonia a la que asistieron los notables baamaranis y el coronel Capaz".

En sólo tres años se pasó de un campamento ocasional de tiendas de campaña, y algún barracón, a la construcción de seiscientas viviendas o edificios. En efecto, la población experimentó un crecimiento espectacular en muy pocos años. Hacia 1940 la estructura urbana estaba ya muy avanzada en sus calles, plazas y edificios principales. Sin embargo, durante algunos años la comunicación con la metrópoli resultó complicada y difícil. La ciudad no dejó de crecer en todos los años posteriores. Incluso sólo tres años escasos antes de la retrocesión en 1969 a Marruecos, se concluyó la expansión urbana más considerable, al otro lado del río Ifni, en la barriada que se conoce popularmente como "Barrio Agulla" o también "Colominas".

Pero este análisis se refiere a la guerra de Sidi Ifni desarrollada entre noviembre de 1957 y febrero de 1958 y que amplía una intervención radiofónica cuyo enlace se acompaña.

Sidi Ifni era un enclave territorial que formaba parte del protectorado español  en Marruecos y que España ocupó efectivamente entre 1934 y 1969. Poco después de la independencia marroquí de Francia y España en 1956, las tropas norteafricanas aumentaron la presión sobre el enclave territorial de Ifni, iniciándose un conflicto bélico breve pero que tuvo que concluirse mediante una intervención militar conjunta de España y Francia. Ambos  países movilizaron unos 14.000 soldados y 140 aviones, y consiguieron derrotar a las tropas norteafricanas. El conflicto concluyó con la cesión de la zona de Tarfaya o Cabo Juby, al recién nacido reino de Marruecos, mientras que el resto del territorio permaneció en manos españolas hasta 1969.
Tras la independencia de Marruecos, fuerzas irregulares marroquíes atacaron el territorio entre noviembre de 1957 y julio de 1958. Los ataques comenzaron el 23 de noviembre de 1957, dando inicio a la Guerra de Ifni. La ciudad estaba abastecida por mar y aire y protegida por puestos avanzados.

Inicialmente, buena parte de los efectivos militares eran indígenas,  especialmente encuadrados en el Grupo de Tiradores de Ifni y en la Policía Territorial. Fueron desarmados, desmovilizados, y prontamente sustituidos.

Salvo un plan frustrado de las fuerzas irregulares marroquíes para acabar con la oficialidad española, los leves incidentes iniciales y algún atentado, Sidi Ifni  no se vio afectada directamente por los acontecimientos militares. Estos se desarrollaron en el interior del territorio. Por parte española se opta finalmente por establecer un perímetro defensivo más denso y difícil para la infiltración y, además, más fácil de sostener y de abastecer, cerca de la ciudad de Sidi Ifni, con un radio de perímetro aproximado de entre 8 y 10 km del centro de la ciudad, abandonando la mayor parte de un territorio árido que habría sido mucho más costoso defender sin ventaja apreciable. Esas posiciones defensivas, bastante numerosas, y las pistas de tierra que las comunican, son aún perfectamente visibles. Al término, del conflicto se había abandonado la mayor parte del territorio de Ifni, quedando la ciudad de Sidi Ifni como enclave español en la zona. En 1958, Ifni fue declarada provincia española de ultramar, con Sidi Ifni como capital.

Un aspecto fundamental de la gestión política española en la zona fue el reconocimiento y respeto a los usos y costumbres de la población baamarani, así como a sus creencias religiosas. Por ejemplo, España aportaba los medios para la construcción de mezquitas y para la educación coránica de los escolares musulmanes. Constituía un principio perfectamente conocido y respetado la prohibición de cualquier clase de proselitismo religioso cristiano.

El 30 de junio de 1969, el gobierno español finalmente cede lo que conservaba de Ifni a Marruecos, en virtud del Tratado de Retrocesión firmado en Fez el 4 de enero de 1969.

Repasados estos puntos volvemos a la fecha de un veintitrés de noviembre de hace cincuenta y cinco años cuando un grupo de guerrilleros marroquíes controlados secretamente por el príncipe heredero Muley Hassán aprovechó la  oscuridad de la noche para atacar Sidi-Ifni. La bautizada como Ciudad de las Flores se acostó tranquila y confiada y se despertó sobresaltada por los disparos, que anunciaban el inicio de una inesperada guerra. Una contienda que, para algunos nunca existió, pero que ha quedado grabada en el recuerdo de los que la vivieron, que no han conseguido olvidar, pese al tiempo transcurrido, a sus compañeros muertos en combate. 50 años después, apenas nadie habla de una contienda que causó 119 muertos, 73 heridos y 80 desaparecidos.

En la provincia española de Sidi Ifni las líneas de comunicaciones militares quedan cortadas. Desde algunos fuertes y puestos avanzados llegan agónicas peticiones de auxilio, los marroquíes por miles, envalentonados y bien armados invaden la provincia española, dispuestos a pasar a cuchillo a los españoles. TIUGSA, TEMÍN, TABELCUT, TILUÍN, TEZLATA E ISBUÍA emiten informes de que están siendo atacados por fuerzas marroquíes. En Ifni, la ciudad de las flores, la población se levanta de la cama con un nudo en el pecho.

Los puestos fronterizos y los destacamentos más pequeños se pierden en la oleada enemiga. Algunos, defendidos por saharauis leales resistirán hasta la muerte. En la capital se rechaza a duras penas el ataque marroquí con apenas municiones para los viejos Máuser de cinco tiros, sin granadas para morteros descalibrados y viejos, ni combustible. Soldados españoles sin botas, alpargatas de esparto y cuerda, acostumbrados de siempre a luchar solos y sin esperanzas, detienen a los marroquíes, que pese a su superioridad, no asaltan, se limitan a bombardear con morteros. Morteros nuevecitos vendidos por los españoles… ¡Que tiene cojones la cosa!

Lo mismo pasaba en los fuertes asediados… Hazaña olvidada de nuestra memoria. Soldados que pese al abandono, la miseria, la distancia, la pasada guerra civil, sin comida, agua, munición, ni certeza de victoria, aguantaron entre bombazos y disparos a un enemigo muy superior. No permitieron que les echasen, no al menos gratis, no al menos sin plantar cara y dejarles claro que dentro de aquellos fuertes estaban unos de los más duros soldados del mundo. El ejército de las alpargatas, pero de los huevos de hierro.


Sesenta Tiradores de Ifni, con españoles peninsulares y saharauis, defienden el puesto de TILUÍN ante el ataque marroquí desde el mismo día veintitrés de noviembre. Igual que en las películas de la Legión Extranjera francesa, que a esos, les hacen películas y documentales lo contrario que aquí donde no se ensalzan las batallas, valor, sacrificio y bravura de nuestros soldados.

Imaginemos el desierto, la arena y el calor sofocante, la línea del horizonte llena de enemigos que atacan y atacan sin descanso en oleadas inacabables. El fuego incesante de mortero sobre la posición, las ametralladoras barriendo las murallas… Imaginen a los españoles en las aspilleras, venga a meter peines al máuser, que es viejo pero fiable y preciso, ¡menos mal que algo funciona!, porque los morteros se atascan cada dos tiros, y las granadas no sabe uno si van a estallar al salir de la boca del mortero… Y apenas hay agua y comida para los sesenta soldados y los civiles que hay refugiados allí.

El veinticinco de noviembre, al amanecer, viejos motores romper el aire del desierto. Una escuadrilla de vetustos Heinkel 111, que rasantes ametrallan el suelo. Los yanquis han vetado el uso de armamento fabricado por ellos… Detrás los JU 87, igual que en Creta, lanzan una nube de pequeñas siluetas que se recortan en la oscuridad y descienden cerca del fuerte.

Son los paracaidistas del capitán Sánchez Duque, descienden bajo un intensísimo fuego enemigo, que dispara sobre ellos mientras están en el aire e intentan acribillarlos al tomar tierra. El primer salto de combate… Los fogonazos saliendo de todas partes para recibir a los novatos paracas, que sin embargo saben reaccionar, responden al fuego y entran en el fuerte con algunos heridos, traen órdenes de reforzar la guarnición y defender el fuerte.

Por aire se suministra munición y agua, las cajas se desparraman y destrozan al caer, por fortuna el viejo máuser dispara lo que sea, el agua y los víveres apenas dan para la ración diaria y además desde Madrid insisten en recuperar los paracaídas utilizados.

Se hacen salidas para recuperarlos y en el fuerte ciento treinta españoles luchan y mueren defendiendo su bandera. Aguantarán hasta el tres de diciembre en el que una Bandera de La Legión rompe el cerco enemigo y los saca de allí. El camino hasta Sidi-Ifni no será ningún camino de rosas, sin vehículos y repeliendo emboscadas cada pocos kilómetros. Se unirán a otra columna de liberados desde otro destacamento igualmente duramente atacado por los marroquíes.

El fuerte de TZELATA rodeado por fuerzas muy superiores, había sido atacado, al igual que los otros a primera hora del veintitrés de noviembre. El fuerte de TZELATA rodeado por fuerzas muy superiores, había sido atacado, al igual que los otros a primera hora del veintitrés de noviembre, con morteros y barrido con ametralladoras cada noche. Habían pedido socorro y abastecimiento a la capital, pues estaba, como todos con lo justo pero no para un asedio largo y duro como aquel.

Una sección paracaidista es enviada en ayuda del fuerte, con camiones, ambulancias, medicinas y municiones. El camino hasta Tzelata fue una continua escaramuza contra el enemigo emboscado que inunda peñas y chumberas. El convoy no puede llegar hasta el fuerte, se queda a un par de kilómetros, sobre una loma se organiza la defensa, con cuatro piedras, zapapicos y el valor y la determinación de aquellos valientes que con las bocas secas gritaban viva España mientras rechazaban, a la bayoneta todos los ataques enemigos.

Los del fuerte los ven en la distancia y de lejos se apoyan unos a otros porque el enemigo no tiene intención de abandonar. Unos y otros aguantarán firmes, viendo caer a los compañeros hasta el dos de diciembre se rompe el cerco de los moros y se rescata a nuestros compatriotas. Se unirán a los que llegan desde Tiluín sedientos y rotos como ellos, pero con el orgullo pintado en los rostros demacrados de labios cortados. Los muertos inertes y fríos van en un camión, y sus almas estaban ya en el paraíso, junto a los miles de compatriotas muertos en la Historia de España.

Allí estaban el teniente Ortiz de Zárate y Fandos el soldado de transmisiones , ejemplos de valor y esfuerzo, de sacrificio por los compañeros, de integridad humana llevada hasta el final.

Los españoles retirados a la capital Ifni, donde el enemigo pretende cercarlos y echarlos a patadas… Pero si no han podido echarlos de pequeños y mal defendidos puestos, mal podrían expulsarlos de la capital, y más ahora que parece que todo el país se ha puesto en pie de guerra…

El asedio de Sidi Ifni duraría hasta el verano siguiente. Los marroquíes no se atrevieron a lanzar ningún serio ataque. Aquellos soldados en alpargatas, renegridos del sol, acostumbrados a las calamidades, enamorados del desierto y dispuestos a luchar hasta el final les causaban demasiado respeto.

Así empezó hace cincuenta y cinco años la Guerra Olvidada de Sidi Ifni. Allí la Brigada Paracaidista, unidad recién nacida, se cubrió de gloria y aprendió a morir sobre el terreno, sin apenas instrucción, con material que había que reutilizar mil veces, con aviones del tiempo de Matusalen… Sin jurar bandera saltaron algunos de los aviones incluso, y la instrucción de tiro aprendida por el camino…

La Legión, Regulares, Tiradores de Ifni, sanitarios, conductores, cantineros… Todos se ganaron la honra y la gloria, porque una vez más, abandonados, lejos y solos los soldados españoles le demostraron al enemigo que no se nos puede atacar sin esperar respuesta, que siempre responderemos y venceremos dificultades y pasaremos hambre y sed, pero que jamás, jamás nos rendiremos…

Hoy en nuestra españa solidaria, desmemoriada, irrespetuosa con su pasado y con el futuro hipotecado, nadie se acuerda de aquella guerra, muchos solamente la nombran para criticar al régimen anterior y soltar espumarajos por la boca. Pocos abuelos nos quedan que puedan contarnos lo que sintieron cuando aquella noche de noviembre, saltaron desde un viejo avión con un solo objetivo en la cabeza y en el corazón. Rescatar a sus hermanos sitiados.

A españoles como ellos que estaban en peligro… Y lo hicieron, y lo lograron… Con bemoles.
Hoy día, quizá habría que poner de acuerdo a los 17 estaditos autonómicos, montaríamos debates sobre si es moralmente reprobable, que si pobres moritos esclavizados por occidente, que si fascistas que solo piensan en matar, que si mejor enviamos una ONG, que si van soldados vayan sin armas, que hay que ver que por un cacho de desierto no nos vamos a matar…

Hoy día por mucho avión moderno que tuviésemos, quizá nos costaría llenarlo de gente como aquella… E iríamos viendo las pistas llenas de pancartas de “no a la guerra” y “alianza de civilizaciones”, coreados por nuestros titiriteros del pesebre de la SGAE.

Hoy día si estuviéramos en Tzelata o Tiluín no tengo claro qué pasaría. Bueno podemos imaginarlo con Ceuta, Melilla, Perejil o los Peñones que cualquier contador de nubes regalaría mientras otros nos hacen la gallinita en la retirada.

Hace poco en un abandonado parque público me senté junto a un abuelo, resultó que fue “paraca” y que saltó sobre Tiluín, le pedí me contase, y lo hizo hasta que a los dos se nos humedecieron los ojos, a la vergüenza sustituyó el orgullo, y a la pena la alegría, y a la desesperanza el consuelo. Aquel soldado me hizo sentir por dentro, que nacer español fue mi mayor fortuna y mi mayor privilegio.

Aunque este conflicto es un ejemplo de guerra olvidada, forma parte de nuestra historia más inmediata y de la memoria de generaciones que aún viven. De la misma manera, y como cualquier enfrentamiento bélico, causó víctimas: unos 300 españoles murieron y otros 500 fueron heridos, mientras se calcula que entre las tropas marroquíes ocasionó unas 8.000 víctimas.

Hoy recordamos a los españoles olvidados que hace tan solo cincuenta y cinco años se dejaron la vida en una tierra hostil, seca, dura, hermosa y mágica, que era española y que no iban a dejarse arrebatar sin defenderla. España no puede olvidar a los que murieron y defendieron La Ciudad de las Flores en el Territorio del Sahara Occidental Español.

HONOR Y GLORIA A LOS QUE DIERON SU VIDA POR ESPAÑA
José Antonio Crespo-Francés

6 comentarios:

  1. Muy BUENA ENTRADA CONMEMORATIVA, AMIGO DORAMAS.
    Yo Tampoco Olvido A LOs HÉROES DE IFNI, QUE TUVIERON QUE ENFRENTARSE CON EL VIEJO -Y MAGNÍFICO MAUSER Y MATERIAL MÁS QUE OBSOLETO, Comparado Con El De Los PUTOS MOROS,-Mandados POr "Un PARIENTE MUY CERCANO DEL SULTÁN"-, Abastecidos POr Francia Y EE.UU.,-Su Verdadero AMO-.
    POr Cierto Que LOs Putos YANKYS, "PROHIBIERON" A ESPAÑA, EL "EMPLEO DE SU MATERIAL BÉLICO" Por Ser MARRUECOS, "ALIADO PREFERENCIAL USA" EN LA ZONA...
    Esto Lo Sabe POca Gente Y HAY QUE RECORDARLO, PARA QUE SE VEA "QUE CLASE DE ALIADOS HEMOS TENIDO SIEMPRE"...
    Conocí Personalmente A Muchos HÉROES,-Algunos HERIDOS Y MUTILADOS-, Y También Lamenté Pérdidas De CONOCIDOS.
    LEVANTO PUES MI COPA A LA SALUD DE LOS QUE LUCHARON COMO ESPAÑOLES,-DE LOS DE VERDAD-,VALIENTES HASTA LA MUERTE Y TAN MAL ARMADOS Y EQUIPADOS COMO SIEMPRE...
    ¡POR EL VALOR ESPAÑOL!
    Y
    ¡¡RIAU RIAU!!

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    1. El tema de marruecos siempre estará en candelero, pues no podemos utilizar armamento que tenga algo de EEUU, pero no te preocupes, que ellos no se cortarían un pelo en utilizarlo.
      Ifni siempre estará en mi corazón, mi padre estuvo alli.

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  2. Gran entrada y bien detallada, gracias por recordar y sacar a la luz a los que dieron la vida por España, los políticos solo se dedican a criticarse unos a otros y dejan la casa sin barrer, estamos perdiendo la esencia y los valores y eso no se tiene que perder nunca.

    Siempre hay que recordar y homenajear a los nuestros..........

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    1. En ésta España que nos ha tocado vivir, solo se recuerdan las cosas inútiles, pero la sangre derramada por unos valientes españoles, no les preocupa a los politicos, debido a que los moros se pueden enfadar.

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  3. Te felicito por el artículo, es excelente y me ayuda a conocer dónde estuvieron mis familiares.
    La mayoría de los hombres de mi familia fueron a Sidi Ifni. Nada sé de ello, era muy niña yo para que mi abuelo me contara nada de su juventud y cuando fueron mis tíos, tampoco contaban mucho, a pesar de que no había guerra; anécdotas amables del campamento, fotos de 'Juanita', la lagartija mascota a la que tenían encadenada, ¡pobre bicho!

    Honor y gloria a los valientes. Siempre estarán en nuestra memoria y nuestros corazones.

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    1. Ifni nos recuerda que los soldados españoles siempre han tenido por norma su juramento a la bandera, caiga quien caiga, ellos siempre estarán donde les necesitemos.

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