Los traidores y perjuros, denuncian con malas artes a sus compañeros de Armas y, me temo, que es por dejarse ganar en la ambición y por habérselas subido su propia incapacidad militar, que aún hoy con poco ingenio literario en los partes, derraman actitud por donde pasa, escribiendo sobre sus compañeros la aridez de un alma lastimada, apoyados por generales, que no saben sobre deontología y práctica de su profesión, esperando que cuántos más partes signifiquen sufrimiento a los subordinados, antes le ascenderán a Asesorías de Defensa con responsabilidades de las que no son merecedores.
Aducen que es su obligación para la defensa del Ejército, término vago y etéreo que no viene sustentado más que por una apreciación subjetiva de lo que debe ser el Ejército, que es, a mi buen entender, el respeto a las leyes y el compañerismo y buena fe de los que deben y tienen la responsabilidad de mantener el orden institucional dentro del mismo, orden que ustedes han confundido con la conducta del “chivatazo encubierto de secretismo” vanagloriándose ante sus superiores, lo que ya indica falta de ética en el desarrollo de sus funciones y falta de una cualidad que se denomina “patriotismo”.
Y es que al que se deja ganar por la ambición y por la soberbia se le da poco de la utilidad general, o del escolástico bien común, y pone en lo más alto de sus preocupaciones lo que estima su bien particular, que, en muchos casos, sólo es un inmediato interés personal, tocado con “un distintivo de amor propio que afrenta sus deseos”. Se lo escribo y expongo más sencillo: SON USTEDES LOS CLÁSICOS LAMECULILLOS DE TODA LA VIDA, MEDRADORES DE GLORIAS INEXISTENTES. Repartidores de cafés por los pasillos de los diferentes ministerios y direcciones generales, sencillamente una manada de cobardes y traidores.
«El pasado día 15, a las 4 de la mañana, Elena dio a luz un hermoso niño»
El desengaño y la tragedia, será la consecuencia inesquivable de vuestra errada vocación porque no tenéis, no existe en vosotros esa capacidad prodigiosa que tiene el hombre de bien de crear a la larga el amor o la vocación; sin vocación y sin amor iniciales, tan sólo con el material de la convivencia con vuestros compañeros y de la buena voluntad habríais pasado desapercibidos y, por esa razón, vuestra manera de sobresalir de entre los más humildes es pisotearlos con vuestras malas artes. Hace años al militar traidor, sus mismos compañeros de armas, por respeto al uniforme, les fusilaban contra una pared, pero esta vez no llegará el momento. "Presuntamente" seréis degollados directamente como un simple animal, no merecéis ni el simple respeto de los hombres de bien.
Artículo escrito en su original, por Tte. Coronel Área Sacristán y adaptado por Doramas.
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