Con el título de "Las Palmas celebra el ultraje histórico a Tenerife", 'El Día' publica un editorial que dice así:
"CON MOTIVO de cumplirse, ayer, el 80 aniversario de un acto oprobioso para la historia de Canarias, una fecha que nadie hasta ahora quería resaltar, la división provincial que dio paso a la actual configuración administrativa del Archipiélago en dos entidades, frente a la única que regía hasta ese momento, con capital en Santa Cruz de Tenerife, al alcalde de Las Palmas se le ha ocurrido que la efeméride era digna de celebrarse, y así se lo ha hecho saber a sus vecinos.
Y para acrecentar aún más la evidente intención provocativa, a Jerónimo Saavedra se le ocurrió invitar a los festejos al regidor municipal de Santa Cruz de Tenerife.
¿Así es como entiende la memoria histórica el partido del señor Saavedra, restregando por la cara a sus vecinos el aniversario del hecho que marcó el comienzo del pleito insular en términos mucho más desaforados de los que hasta entonces había transcurrido? Viva el Partido Socialista.
Caramba con el dandi y melómano alcalde de la ilustre ciudad, esa que sus acólitos de la Televisión Canaria nunca olvidan citar, tantas veces como sea necesario, con la apostilla "de Gran Canaria", mientras a Santa Cruz le quitan cuando quieren el "de Tenerife".
¿Le habrán inspirado los festivales de música clásica de Salzburgo tanta sensibilidad al también presidente de los socialistas canarios? La verdad es que no encontramos explicación para esta actitud de quien pasa por ser el político más exquisito del Archipiélago.
¿Es que hay algo que celebrar en la división de los canarios, total para que sólo sacara beneficio, como siempre, la oligarquía comercial de aquella isla? Por supuesto, Miguel Zerolo no acudió a semejante invitación, lo que hubiera sido un ultraje para los tinerfeños, y se disculpó con una excusa amable y educada, cuando podía, incluso, haber reprendido la actitud de su homólogo de Las Palmas.
En cierta forma, le ha dado una lección de educación política y ciudadana. Este es el tipo de cosas que hacen los canariones, siempre crecidos por el respaldo que saben tener de los partidos estatalistas, que causan hartazgo en los ciudadanos de las otras seis islas, que suspiran por conseguir algún día librarse de semejante cruz de vecino.
Y un buen punto de partida para acabar con tanto atropello podría ser el ejercicio de la soberanía, para que cese la dependencia actual de las seis islas no sólo de Madrid, sino de su representante más acreditado aquí: Las Palmas. Ellos andan siempre provocando a los demás, pues que se atengan a las consecuencias".
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