AÚN QUEDAN EN ESPAÑA, ALGUNAS PERSONAS QUE VEN LA REALIDAD PASADA, ACTUAL Y LA DEL FUTURO INMEDIATO. LA COSA NO SUENA BIEN Y LOS ECOS DEL NORTE DE ÁFRICA, PUEDE QUE RECORRAN LOS VALLES DE NUESTRA ESPAÑA. UN ARTÍCULO PARA PENSAR Y MUCHO MÁS.
Los conflictos sociales que han estallado en Túnez, Egipto y otros países norteafricanos han causado sorpresa en los países occidentales, de forma que en poco tiempo se ha pasado de dedicar a estos países una atención bastante tenue y benevolente en los medios de comunicación social, a una desbordante atención informativa-editorializada y comprometida. Parece que con este proceder algunos medios intentan compensar la escasa atención anterior, al tiempo que se echa en cara –no se sabe muy bien a quién– que tales protestas y movilizaciones no hayan sido previstas.
La realidad es que prácticamente lo mismo ocurrió hace bien poco con los “levantamientos” juveniles de los barrios de la periferia de París, o con las airadas protestas de los jóvenes griegos que precedieron a las huelgas generales y movilizaciones posteriores, o con el estallido de violencia que protagonizaron decenas de miles de jóvenes ingleses, que zarandearon el coche del heredero y asaltaron la sede del Partido Liberal en Londres.
En los países norteafricanos también se han asaltado y quemado sedes de los partidos oficialistas, en medio de un tipo de conflictos y revueltas que son más masivas, potencialmente más persistentes en el tiempo, que implican a más sectores de población (no sólo jóvenes), y que tienen motivaciones más diversas y, posiblemente, más emocionalmente arraigadas.
Pero en todos estos casos subyace la presencia de un tipo de ira social juvenil que, en contra de lo que algunos arguyen ahora, sí era predecible, y de hecho ha venido siendo anunciada por algunos analistas y sociólogos, entre los que me encuentro, como pueden dar cuenta varios libros, informes y artículos.
Uno de los problemas de fondo de nuestras sociedades actuales –no sólo las occidentales– es que las desigualdades y brechas sociales se están ensanchando y que buena parte de los jóvenes están padeciendo procesos de exclusión social. Una exclusión social que presenta diferentes facetas (laboral, económica, residencial, política, cultural…). En algunos países a todo esto se añaden dimensiones abiertamente políticas (falta de democracia y de libertades) y situaciones insufribles de corrupción y de monarquización familista y apropiadora del poder y los privilegios.
Todo lo cual, en sociedades con una alta proporción de jóvenes preparados, que no encuentran posibilidades vitales concordantes con sus expectativas y sus niveles educativos, ha ido conformando situaciones inflamables. En muchos de estos casos, tanto en países occidentales como norteafricanos, sólo ha sido necesario que saltara una chispa para que los ambientes inflamables acabaran por explotar. Además, con las ventajas comunicativas que ofrecen los móviles e Internet para la movilización de unas generaciones especialmente duchas en el arte de sacar provecho a estas tecnologías.
Es difícil saber, hoy por hoy, a dónde pueden conducir finalmente las revueltas de los países norteafricanos, ya que una de las características de estos conflictos –en contraste con los que se produjeron en las sociedades industriales en sus primeras etapas– es que no han tenido una adecuada traducción política organizativa. En los contextos en los que tuvieron lugar los conflictos suscitados por la “cuestión social” en las sociedades industriales, existían unas organizaciones sindicales y políticas que estructuraban las movilizaciones, las daban en sentido ideológico y político preciso y posibilitaban vías racionales para alcanzar objetivos y para transitar caminos de reformas predecibles. En cambio, ahora todo está mucho más abierto. La nueva “cuestión social” emergente (conectada a la exclusión social) apenas ha sido teorizada políticamente y prácticamente no hay partidos, ni organizaciones sociales que la hayan “hecho suya”, que hayan promovido un tejido asociativo que permita fijar objetivos y estratégicas predecibles y negociables, como hicieron en su tiempo los sindicatos y los partidos obreros.
Por eso, los estadillos de violencia y las manifestaciones juveniles de ira social en occidente son –al menos de momento– un tanto espasmódicas. Aparecen y desaparecen y ninguna organización de entidad las da continuidad y proyección duradera en la esfera política.
Sin embargo, en los países norteafricanos, en la medida que la ira juvenil aparece mezclada con otras motivaciones y realidades políticas y culturales, es harto probable que, al final, sean las organizaciones más organizadas y asentadas las que acaben vehiculizando el malestar social existente y quizás logren reorientar las revueltas hacia otro tipo de objetivos políticos alejados del sentir y de los deseos de muchos jóvenes excluidos. Habrá que ver, pues, si en estos casos los vacíos políticos y organizativos existentes acaban siendo llenados por lo que realmente “existe”, como tantas veces ha ocurrido en el devenir histórico.
Pero, más allá de la probabilidad de algunos desenlaces políticos plausibles, hay que entender que estamos ante problemas sociológicos de fondo que están creando un caldo de cultivo que, si no hay cambios en nuestras sociedades, acabará dando la cara. El 43% de paro juvenil que existe en España, y la misma circunstancia de que el 50% de los 4.700.000 parados tengan menos de 34 años, es un hecho realmente alarmante, al que se unen otras circunstancias de exclusión residencial, retrasos en los calendarios vitales, precarización laboral, becarización, desafección política, etc. ¿Creen sinceramente los pontífices del oficialismo económico imperante que todos estos jóvenes excluidos e infraposicionados se van a quedar indefinidamente de brazos cruzados, resignándose a tan pobre futuro, en sociedades en las que incluso en períodos de crisis hay unos pocos que continúan enriqueciéndose a todo trapo? Harían bien los ingenuos y simplistas en leerse alguno de los cuatro libros en los que varios investigadores del GETS hemos dado cuenta de los resultados de nuestra investigación sobre “Juventud y exclusión social”. Y luego no digan que nadie lo advirtió.
En los países norteafricanos también se han asaltado y quemado sedes de los partidos oficialistas, en medio de un tipo de conflictos y revueltas que son más masivas, potencialmente más persistentes en el tiempo, que implican a más sectores de población (no sólo jóvenes), y que tienen motivaciones más diversas y, posiblemente, más emocionalmente arraigadas.
Pero en todos estos casos subyace la presencia de un tipo de ira social juvenil que, en contra de lo que algunos arguyen ahora, sí era predecible, y de hecho ha venido siendo anunciada por algunos analistas y sociólogos, entre los que me encuentro, como pueden dar cuenta varios libros, informes y artículos.
Uno de los problemas de fondo de nuestras sociedades actuales –no sólo las occidentales– es que las desigualdades y brechas sociales se están ensanchando y que buena parte de los jóvenes están padeciendo procesos de exclusión social. Una exclusión social que presenta diferentes facetas (laboral, económica, residencial, política, cultural…). En algunos países a todo esto se añaden dimensiones abiertamente políticas (falta de democracia y de libertades) y situaciones insufribles de corrupción y de monarquización familista y apropiadora del poder y los privilegios.
Todo lo cual, en sociedades con una alta proporción de jóvenes preparados, que no encuentran posibilidades vitales concordantes con sus expectativas y sus niveles educativos, ha ido conformando situaciones inflamables. En muchos de estos casos, tanto en países occidentales como norteafricanos, sólo ha sido necesario que saltara una chispa para que los ambientes inflamables acabaran por explotar. Además, con las ventajas comunicativas que ofrecen los móviles e Internet para la movilización de unas generaciones especialmente duchas en el arte de sacar provecho a estas tecnologías.
Es difícil saber, hoy por hoy, a dónde pueden conducir finalmente las revueltas de los países norteafricanos, ya que una de las características de estos conflictos –en contraste con los que se produjeron en las sociedades industriales en sus primeras etapas– es que no han tenido una adecuada traducción política organizativa. En los contextos en los que tuvieron lugar los conflictos suscitados por la “cuestión social” en las sociedades industriales, existían unas organizaciones sindicales y políticas que estructuraban las movilizaciones, las daban en sentido ideológico y político preciso y posibilitaban vías racionales para alcanzar objetivos y para transitar caminos de reformas predecibles. En cambio, ahora todo está mucho más abierto. La nueva “cuestión social” emergente (conectada a la exclusión social) apenas ha sido teorizada políticamente y prácticamente no hay partidos, ni organizaciones sociales que la hayan “hecho suya”, que hayan promovido un tejido asociativo que permita fijar objetivos y estratégicas predecibles y negociables, como hicieron en su tiempo los sindicatos y los partidos obreros.
Por eso, los estadillos de violencia y las manifestaciones juveniles de ira social en occidente son –al menos de momento– un tanto espasmódicas. Aparecen y desaparecen y ninguna organización de entidad las da continuidad y proyección duradera en la esfera política.
Sin embargo, en los países norteafricanos, en la medida que la ira juvenil aparece mezclada con otras motivaciones y realidades políticas y culturales, es harto probable que, al final, sean las organizaciones más organizadas y asentadas las que acaben vehiculizando el malestar social existente y quizás logren reorientar las revueltas hacia otro tipo de objetivos políticos alejados del sentir y de los deseos de muchos jóvenes excluidos. Habrá que ver, pues, si en estos casos los vacíos políticos y organizativos existentes acaban siendo llenados por lo que realmente “existe”, como tantas veces ha ocurrido en el devenir histórico.
Pero, más allá de la probabilidad de algunos desenlaces políticos plausibles, hay que entender que estamos ante problemas sociológicos de fondo que están creando un caldo de cultivo que, si no hay cambios en nuestras sociedades, acabará dando la cara. El 43% de paro juvenil que existe en España, y la misma circunstancia de que el 50% de los 4.700.000 parados tengan menos de 34 años, es un hecho realmente alarmante, al que se unen otras circunstancias de exclusión residencial, retrasos en los calendarios vitales, precarización laboral, becarización, desafección política, etc. ¿Creen sinceramente los pontífices del oficialismo económico imperante que todos estos jóvenes excluidos e infraposicionados se van a quedar indefinidamente de brazos cruzados, resignándose a tan pobre futuro, en sociedades en las que incluso en períodos de crisis hay unos pocos que continúan enriqueciéndose a todo trapo? Harían bien los ingenuos y simplistas en leerse alguno de los cuatro libros en los que varios investigadores del GETS hemos dado cuenta de los resultados de nuestra investigación sobre “Juventud y exclusión social”. Y luego no digan que nadie lo advirtió.
José Félix Tezanos
8 comentarios:
En resumen:
1º, en el norte de África la gente está cansada de las dictaduras y de la falta de libertad.
2º, en occidente las políticas del enchufismo, de no saber solucionar los problemas pilares de una sociedad cada vez mas empobrecida y una mayor distancia entre capas de ricos y pobres, generan estas revueltas.
3º, en canarias es peor, la división es entre islas, pleito insular; una artimaña que le salió muy bien a España en 1808 para que el pueblo canario esté dividido, la política tripartita (pp,psoe,cc) no ha hecho mas que empobrecer más estas islas, no es de dudar que algo se gesta en estas tierras porque la situación cada vez es mas caótica.
El futuro es incierto, seamos o no una colonia española con 600 años de antigüedad.
Actualmente todavía pueden aguantar por la ayuda de las familias, pero esto no es eterno, ni es natural. Gererará ira y frustación a medio plazo y no me atrevo a imaginar como acabará. Cuando para más INRI, estamos dando prioridad a colectivos de inmigrantes antes que a nuestra propia juventud y eso que son ellos los que deben prolongar nuestra propia cultura.
Y aún poniendo que esto le interese a algún político avispado, tardaríamos 30 años en regresasr al punto de partida.
Anónimo, te has paseado por varios blog que administro y el rejo se te ve a la legua.
No se a que viene a cuento lo de los 600 años como colonia española.
Esto es España, te guste o no te guste.
Aquí, en estas islas es imposible que ocurra lo que tu deseas, primero por falta de gente con tus mismas ideas. Otra cosa es que los guanchitos salvajes, alimenten e inciten a las masas, pero también lo veo imposible, lo único que recibiréis son cuatro guantazos, omo siempre, pues nadie os hace caso a los independentistas.
Candela, en cuanto se acabe la ayuda de los familiares, pues todo tiene un final, y es el momento que realmente temo, pues las masas con hambre, de perdidos al río y eso no me hace gracia.
Pero estos socialistas, como siempre, con su "políticamente correcto" para la inmigración y siendo racistas y xenofobos con el pueblo español.
¿30 años?, creo que ni tu ni yo veremos el final del problema.
Lo veremos antes de lo que tu crees, y los guantazos, los recibiras con todo mi afecto, en tu mas absurda ignorancia. Quitate la venda, no mires tanto para españa y mira pa' tu isla, la gente pasa hambre y quien gobierna ahí es el PSOE-PP-NC.
Por cierto, lo que le dijistes a Candela me doy este cacho frase "siendo racistas y xenófobos con el pueblo español".
Como se puede decir que no seamos racistas con los godos, si tu eres un ejemplo de racista con tu propio pueblo llamandome guanchito, chicharrón, isla del oeste.
Yo respeto a mi pueblo, y doy gracias que gente como tu muy escasos y para que os escuches, necesitan de estos medios, sino sereis ignorados, dando alardes de prepotencia, envidias mal curadas y algun que otro achaque de edad incomprendida fruto de la frustración de que la capital de canarias siempre ha estado en Tenerife te guste o no.
Por tener una capital superpoblada no quiere decir capital de Canarias, sino Barcelona, seria la capital de españa, el país de la eñe de carroña.
Cande, mi niña, haber si nos ponemos en contacto y creamos un blog a medias donde se valoren y se respetan a los pueblos de las islas y no en estos sitios de prepotencia racistas y capullos insanos para estas 7 ISLAS CANARIAS, SI 7.
Anonimo, mírate el ombligo, puedes encontrar la verdad.
El barrio de pescadores, nunca podrá ser una capital, entiéndelo, que te entre en esa cabecita de guanchito salvaje nacido en los más profundo de los barrancos. Sigue aullando, para que se te pueda oír, aunque nadie te haga caso.
Anónimo, Candela no te hará ni caso, eres un prepotente y se lo criticas a Doramas?, además por mucho que digas y suscribas que el archipiélago canario son 7 islas, son 8 con la Graciosa y 9 si se incluye Lobos, porque donde viven personas que votan, se cuentan todas, menos las islas sin habitar...
Racismo y xenofobia es la que constantemente haces en tus comentarios porque no te gusta lo que se escribe, que a fin de cuentas, somos libres de decir lo que nos venga en gana...,en las islas que son de España, es lógico y loable que nos consideremos españoles, otra cosa sería la que tú predicas al ser independentista, que solo miras lo que te interesa, el hambre y la pobreza que hay en la Península, es la misma pobreza y hambre que hay en las islas, por lo tanto, ya es cansino y tedioso que siempre se te lea con la coletilla de que no somos españoles y deja de una buena vez el odio, el racismo y la xenofobia que utilizas contra todo lo español, porque el problema de los políticos es que no gestionan bien la economía y no creo que con la independencia manida que siempre vendes y se vende desde Tenerife vaya a ser mejor porque lo digas por activa o pasiva mejor que la que estas criticando siempre, la españolidad...
Que pena que personas como tú que criticas el comportamiento de los demás, no te apliques el mismo cuento, claro, -ejemplos vendo, pero para mí no tengo- verdad?...,ya lo dejo ahí, creo que contestar a alguien como tú, es perder el tiempo y darte pábulo al fin que necesitas, que tú independencia sea vista y oída por los que de verdad leen a Doramas y de paso te lean a ti en tu xenofobia y racismo con todo lo español, nada de pleitos insulares, éso solo les interesa a Uds., que son los que los provocan dándoles la vuelta a todo, lo sé porque he estado muchos años en Tenerife y sigo yendo y la Universidad se ha convertido en el púlpito de la independencia que Uds., necesitan pero que no lo conseguirán, porque no se puede engañar y mentir constantemente para vender dictaduras a la carta, que ya hay bastante con la dictadura de los socialistos y nacionalistos, corruptos..., de ahí la pobreza de toda España, porque los nacionalistos no lo han hecho mejor que lo que Uds., critican siempre...
Remitiéndome al post, solo decir que un cambio de política y políticos con mucha paciencia y sin corrupción política, saldríamos bastante bien parados para las generaciones presentes -donde me encuentro yo- y las futuras, donde la razón de ser y la pobreza, esté por encima de las ambiciones políticas y partidistas de ideales separatistas y destructores de sociedades dictatoriales llenas de odio y confusión por intereses creados para los mismos de siempre.
saludos cordiales
Harimagüada
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