Sucedió en un velatorio, que llegó ella, y venía del campo, de la cumbre: algo rellenita (no pasa hambre), y aquellos colores, parecía venía del frío..., la contemplé en silencio, y vi que en su cara rosada, no habían cremas, potingues, contornos de ojos y otros pringues.
Ella, es portadora de nuestra esencia: aromas y olores del campo, de donde las hierbas dan olor a gloria. Sus ropas impregnadas de tantos sanos concentrados y curativas cosmética natural cien por cien. Solo sol y sin mancha que ocultar. A su lado habían otras damas, con caras flácidas, ¡qué pena!, acartonadas. La mía –la del campo- rebosaba redondez y expresión.
La de la cumbre, estaba sin tratamiento, solo el agua fresca y sin cloro de las alturas. Su única fórmula, el mismo jabón que para la ropa., y sin otro activo, porque a ella le funcionan también las esencias de higueras, manzaneras, nogales..., que no necesita antienvejecimiento, ni su epidermis necesita activo alguno. Los tiene todos.
Le sobraban cremas, y nada tenía inyectado, ni plástico. Su fórmula, es muy sencilla (aire, sol, comida, flora, fauna, etc.) y sin arrugas, allí estaba. Y parecía una reina aborigen, sana, viva (¡en el velatorio de un muerto!). Y no, no crean tenía más de cuarenta años (¡o no los parecía!). Parecía bien hidratada. A sus pómulos, labios, nariz... le sobraban cremas.
Sus rasgos, eran suaves. Se ve se alimenta de: leche, fruta, verduras...; nada tiene que reactivar, ni renovar. Sin arrugas. De suave textura (solo la besé, en el saludo normal, sin más) , y noté la firmeza y flexibilidad de su piel, sin tratamientos (¡que te dejan la cara manchada y grasienta en otras!).
Ella, seguro, las vitaminas las envía por otras vías a su estómago, y no por la piel como hacen las demás (¡pobrecillas, por alejarse de la naturaleza y del campo!). Tenía –tiene- una tez espléndida, sensible. ¿Antioxidante?, ¿para qué?, ¿por qué?; ¡eso sí que le haría daño! Sol, agua, aire, le dan el mejor aspecto soñado, radiante, luminosa...
Me acordé de aquella copla tan nuestra de otro tiempo que cantada decía y dice así:
“Cuando vienes del campo,
vienes airosa, vienes airosa,
vienes coloradita, vienes coloradita,
como una rosa, como una rosa niña,
como una rosa...”
El Padre Báez.
Muy bueno solo queda preguntar hasta cuando hay que seguir aguantando sin comer de lo que da el campo para "vivir" de lo sano, por lo tanto, le pregunto al que no se preocupa de las islas Paulino-Rivero nacionalista-canalla.
ResponderEliminar¿Como está usted, presidente...?
Bien servido y adulado.
¿Y sus hijos y parientes...?
Toditos bien ROSADITOS, bien alimentados y bien colocados.
¿Y nuestros campos...?
los míos bien, los demás abandonados...,porque los productos moros y sudamericanos me salen más barato aunque los isleños los paguen más caros y los muy tontos me sigan votando.
Doramas, me ha gustado muy mucho como un cura puede fijarse en eso de los antioxidantes y las cremas milagrosas que se venden por ahí, me ha gustado también su objetividad y su ternura en el artículo donde es verdad que el que come sano, sano/a se ve su tez y su salud. Saludos
María
María, ten en cuenta que éste cura no es como los demás, tiene sus cosillas, pero se fija en todo, solo hay que leer sus post y te das cuenta que mira con el ojo de la naturaleza, como él mismo.
ResponderEliminarMaría, ten en cuenta que éste cura no es como los demás, tiene sus cosillas, pero se fija en todo, solo hay que leer sus post y te das cuenta que mira con el ojo de la naturaleza, como él mismo.
ResponderEliminar