La Armada Española afronta unos años críticos para el mantenimiento de sus capacidades.
A la espera de incorporar las fragatas F-110 y los submarino S-80 -proyectos de renovación más ambiciosos-, el cuerpo militar se encuentra bajo mínimos: desde la última crisis económica ha dado de baja 27 buques de diversa envergadura y sólo ha incorporado nueve. Y parte de la flota, pendiente de programas urgentes de mantenimiento y reestructuración, se encuentra al borde de la obsolescencia. Problemas por mar, pero también por tierra y aire, teniendo en cuenta que estas carencias se reproducen en sus aviones, helicópteros y vehículos. Todo ello en un momento en el que otras potencias lanzan sus desafíos en el espacio marítimo, con el Mediterráneo como uno de los principales escenarios en disputa.
De no emprender medidas urgentes para la renovación de sus capacidades, la radiografía de la Armada no invita al optimismo. Los años de recuperación económica tras la última gran crisis no han servido -a juicio de los máximos representantes militares- para alcanzar una estabilidad presupuestaria que permita afrontar proyectos que garanticen el sostenimiento a largo plazo de sus recursos.
El caso de la Armada es acuciante. El almirante general Teodoro López Calderón, Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), detalla en una entrevista en la Revista Española de Defensa el desequilibrio que se ha registrado en los últimos 13 años: “La Armada ha dado de baja 27 buques de distinto porte, y de alta sólo nueve”. Una cifra que preocupa en la cúpula del cuerpo militar.
Entre submarinos y fragatas
El último buque que ha dado de baja es el submarino Mistral (S-73) tras 35 años de servicio. La Armada cuenta en la actualidad con dos únicos sumergibles y uno de ellos está en proceso de renovación a través de una gran carena -desmontaje completo de la nave para su posterior rearme-. El Ministerio de Defensa aspira a incorporar a finales de 2021 el primero submarino de nueva generación, de la clase S-80.
Hasta entonces, la Armada tendrá que conformarse con un submarino en misión y otro en el taller. Como contó Vozpópuli, la falta de estas capacidades y la irrupción del coronavirus frustraron el despliegue español en el primer semestre de 2020 en la misión que la OTAN mantiene en el Mediterráneo contra el terrorismo y otras amenazas.
Pero hay más. España se enfrenta a problemas de obsolescencia en sus principales fragatas, que constituyen uno de los pilares fundamentales de la seguridad nacional en el mar. El Gobierno ha comprometido la incorporación de las fragatas F-110 con un techo de gasto de 4.325 millones, llamadas a sustituir a las de la clase Santa María. Además, la Armada necesita renovar con urgencia las fragatas F-100 para extender su vida útil “al menos 15 o 20 años más”, a juicio del AJEMA.
El almirante general López Calderón considera que la flota española constituye un “todo armonizado”. Pero la obsolescencia amenaza con alterar ese equilibrio: la edad media de los buques de la Armada ronda los 27 años, muy cerca de los 30 o 35 con los que se considera que han cumplido con su vida útil.
Problemas por tierra y aire
Por aire, uno de los principales debates a los que se enfrenta la Armada es a qué modelo de caza recurrir para renovar unos Harrier que acumulan años de experiencia. El AJEMA apuesta por el F-35 estadounidense, “la única aeronave de ala fija capaz de operar” desde el buque anfibio portaeronaves Juan Carlos I. Además tardan en incorporarse los prometidos helicópteros NH90 y se baraja la posibilidad de adquirir otras capacidades para evitar un lapso de años sin medios en esta flota de aeronaves.
Y, por tierra, los problemas también atenazan a la Infantería de Marina, recientemente desplegada en escenarios como Mali. La cúpula de la Armada busca soluciones para sustituir los vehículos de asalto anfibio AAV, al mismo tiempo que urge la adquisición de blindados 8x8 para sustituir a los carros de combate M60, que ya se han dado de baja.
Estabilidad presupuestaria
Tras la crisis del coronavirus, la cúpula militar -empezando por el JEMAD, general del Aire Miguel Ángel Villarroya- ha pedido que no decaigan las inversiones en materia de Defensa, en un momento en que las Fuerzas Armadas se enfrentan a una inevitable renovación de sus capacidades. Esperanza Casteleiro, recién nombrada secretaria de Estado de Seguridad, tendrá que gestionar los 13.000 millones comprometidos para diferentes proyectos de armamento en la más que previsible crisis económica tras la pandemia del coronavirus.
Todo ello en un contexto en el que países vecinos proyectan sus capacidades militares en áreas de máximo interés para España. En el espacio marítimo, Marruecos y Argelia amplían sus medios en aguas del Mediterráneo, mientras que Turquía -que hace unos días protagonizó un incidente con un buque militar francés- empieza a erigirse como gran potencia naval en la región.
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