Si cada vez recuerda menos cómo era aquella barbería con el aroma de Floid After Shave, en donde le dejaban la cabeza con el pelo a rente y con el perímetro de una bacinilla, no pierda la esperanza de reencontrarse de nuevo con todos sus tarecos tal cual los vivió de chico.Ese es el "objetivo prioritario" que el Cabildo de Gran Canaria se ha propuesto lograr antes de terminar el presente mandato, inaugurando un museo etnográfico de la isla en el que aparezcan catalogados y contextualizados los más de 4.000 objetos antiguos que la Fedac, la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria, ha venido recopilando, bien mediante donaciones, bien con la compra directa desde principios de los 80.Inés Jiménez, consejera de Industria, Comercio y Artesanía, explica que los fondos logrados hasta el momento tienen un valor incalculable para configurar la historia de los canarios desde la Conquista hasta nuestros días, sus usos, sus tradiciones y sus hábitos de vida.Y eso será posible en un museo que en principio puede ubicarse en cualquiera de los 21 municipios de la isla, pero preferentemente en el que ofrezca las mayores facilidades para que pueda ser visitado por el mayor número de personas, como San Bartolomé de Tirajana, que por su condición turística acercaría también a sus instalaciones a los miles de visitantes que se llegan a Gran Canaria.La particularidad del futuro centro etnográfico radica en la completa colección de enseres, que permitirá recrear establecimientos como la citada barbería, o incluso telares al completo, unos puntos de producción industrial que también funcionaba como lugar de encuentro del vecindario femenino. Porque la idea no es sólo imitar, sino también recrear el cómo nuestros abuelos se despachaban en esos lugares.La pequeña historia de la recolección de estos objetos, que comenzó de la mano de la Escuela de Folclore de la Mancomunidad de Las Palmas desde 1980 a 1982, para luego retomarla el Instituto Canario de Etnografía y Folclore; después el departamento de Artesanía del Cabildo; y finalmente la Fedac en 1992, también delata el sentido que los grancanarios le han ido dando en estos años al patrimonio heredado por sus mayores.Así, al principio de este trajín era corriente el lograr enseres mediante donaciones, unos ´trastos´ que se quitaban de encima las familias que estrenaban casa y mobiliario, pero de un tiempo a esta parte, según explica la propia Jiménez, la población es muy consciente de lo que tiene en casa, y sólo se desprenden de ellos bajo precio.Y los que no se desprenden ni con esas muestran su generosidad de otra manera, permitiendo que se fotografíen y se cataloguen para tener constancia de su existencia. Los objetos, que se encuentran debidamente custodiados en dos almacenes de la corporación, se dividen en grandes grupos, como los cerámicos, con sus gánigos, sus tostadores y sus sahumadores, entre otros muchos, provenientes de los antiguos puntos alfareros de la isla; los aperos de labranza, con sus hoces, horquetas y trillos antiguos; los utensilios domésticos, que van desde el cacharro de la leche a la regadera; los tejidos de todo tipo, incluida la colcha de lana; y de los oficios, con su ristra de cencerras, marrones, churreras y telares, entre un sinfín de valiosos chismes que hicieron de la isla y sus isleños lo que son hoy.
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