miércoles, 19 de septiembre de 2007
CARTA DE UN TRAIDOR
Nazario García ArtilesCarta desde Las Palmas. Entre los numerosos mensajes que se han recibido en EL DÍA a propósito de la polémica sobre el apelativo de "gran" para una de las Islas Canarias, entresacamos la carta que a continuación se reproduce, con permiso de su autor, originario de Las Palmas. Para que comprueben nuestros lectores de aquí, y los de allí, que cada vez son más, que no todo en aquella isla va a ser producto del barullo político y mediático.LE RUEGO que disculpe el atrevimiento de distraer por unos instantes la atención de los importantes asuntos que debe atender como responsable de un gran grupo empresarial. Pero mi osadía responde a mi interés en hacerle llegar una reflexión desde mi perspectiva.No le extrañará que sepa quién es usted, porque en este momento es el periodista más conocido en esta isla. Un solo editorial suyo es suficiente para que todas -sin excepción- las emisoras locales dediquen varias horas a sus artículos y "exijan" a los líderes políticos de esta isla que le respondan con contundencia. Lo cual es una lástima porque nos contagian a todos los oyentes de un odio irracional hacia usted, su empresa editorial y Tenerife por extensión. Lo mismo sucede con los periódicos, de cuya canariedad no podemos enorgullecernos como los tinerfeños con la ilustre empresa Herederos de Leoncio Rodríguez. Ya sabemos que uno pertenece a un magnate catalán de prensa y el otro sólo tiene una andadura de 24 años, que es una gota en el mar al lado de su grupo mediático, y creado por intereses extraperiodísticos del actual presidente de su consejo de administración, que, durante muchos años, dirigió la Caja Insular de Ahorros, ahora llamada Caja de Canarias.Sin embargo, en un intento de alcanzar la serenidad necesaria para la reflexión, entiendo que usted tiene razón. Pero nos duele tanto su manera de decirla, don José, (para mí será siempre usted don José y no los calificativos injuriosos e infundados que se dirigen a su persona)... Entiendo que su postura es acertada porque denominar a una parte de un territorio, estado, región o nación con su mismo nombre precedido por el epíteto "gran" es, sin lugar a dudas, un agravio para los demás. ¡Qué dirían los malagueños si la provincia de Sevilla se llamase Gran Andalucía o Gran Andalus! Y, dentro de las limitaciones de mis conocimientos geográficos, no sé si existe otro caso igual en el mundo.Pero, después de tantos años, ¿cómo se arregla esto, don José? Yo, con toda franqueza, no lo sé, porque me dolería perder el nombre de mi isla, aunque entiendo que el planteamiento expuesto por usted en sus últimos editoriales es correcto. Y, al despedirme de usted, encuentro una nueva justificación para el agravio, porque al desear referirme a usted como un canario ilustre y encarecer el significado de la palabra canario, recurriría al epíteto "gran", con lo cual el adjetivo encomiástico se convierte en gentilicio de esta isla, ya que tendría que definirle como "gran canario". En resumen, le entiendo, don José, y a los que como usted piensan.
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